La empatía es una capacidad que tenemos los seres humanos y que nos permite conectarnos con el entorno y con los demás, ponernos en su lugar y sentir en nuestro cuerpo exactamente lo que ellos sienten (como si fuésemos el otro) sabiendo que no es otra cosa que energía y que podemos hacerla circular. La empatía es la habilidad de sentir libremente, a modo de contemplación, lo puro de la energía que afecta al otro sin llevar a cabo ningún tipo de interpretación de la misma desde los conceptos y juicio personales.
Poder contemplar la energía en los otros incorporándola a nuestro propio sistema tiene una íntima relación con la capacidad de discernir si las cosas que sentimos tienen origen en nosotros o en el entorno. Por ello, requiere de ciertos cuidados: debemos permanecer atentos a toda esa energía para evitar somatizarla y padecerla.
Limpieza emocional
Esto se logra practicando diferentes técnicas que nos permiten utilizar nuestro cuerpo como lo que naturalmente es: una antena que recibe energía, la libera y la canaliza (palabra que, en uno de sus sentidos, significa dirigir o conducir nuestra energía de manera consciente a través de una elección). Los inconvenientes aparecen cuando por diferentes motivos nuestra mente está desequilibrada y esa canalización se da de maneras poco sanas.
Muchas veces percibimos cosas que no sabemos qué son y que nos hacen sentir de una determinada manera. Creemos que cosas del entorno son nuestras y que cosas nuestras son del entorno. No sabemos qué hacer con ellas porque no tenemos ningún entrenamiento en la práctica de la canalización y de otras tantas herramientas de las que disponemos para dejar circular esas energías libremente y sin padecimiento. Cuando nos atraviesa una energía que proviene del entorno a veces la decodificamos automática e inconscientemente como pensamiento, imagen o emoción, y creemos que proviene de nosotros mismos.
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Por ello, una parte importante en el desarrollo de nuestra empatía es el trabajo profundo de limpieza emocional, que nos permite corrernos de todas las emociones que son la raíz de esos desequilibrios y nos conducen a creer cosas que son ilusorias, que nos confunden y nos alejan de los demás porque nos llevan a entender sus vidas, sus procesos, sus energías y sus vivencias a través de las nuestras.
Desarrollar la empatía desde la limpieza emocional personal nos permite desligarnos de las energías negativas que quizás estamos acostumbrados a absorber para comenzar a descubrir energías sutiles y positivas. Por el contrario, si no limpiamos nuestras emociones y continuamos siendo parciales e interpretando las energías a través de nuestra mente y nuestro ego, estimulamos que las impurezas de las energías de los demás se acoplen a todo aquello que no limpiamos en nosotros mismos y se acumulen. Esto puede derivar no sólo en enfermedades sino también en el desarrollo de conductas que no están en consonancia con lo que somos y que son producto de la confusión.
A pesar del ego y de los desequilibrios de la mente, la empatía no se detiene y continúa proporcionándonos información acerca de nuestro entorno, de cosas que sienten otros y de cosas que suceden en el planeta y en la naturaleza. Toda esta información suele entrar en conflicto con lo que nosotros creemos o pensamos porque no podemos etiquetarlas desde las categorías mentales que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida.
Es real que las personas cargamos con cosas que nos han sido transmitidas, que hemos heredado, con las cuales nos identificamos, y que muchas veces resultan en algún tipo de padecimiento personal. Nuestra naturaleza empática nos hace permeables a esas cargas personales de las personas con quienes tenemos algún tipo de intercambio por mínimo que este sea. Así, es muy posible que nos encontremos en diversas situaciones sintiendo cosas que nos resultan ajenas pero que nos afectan de manera muy concreta.
Entonces es esencial mencionar que la empatía puede ser experimentada tanto de manera positiva como de manera negativa, y ese vaivén tiene que ver con no tener clara nuestra propia capacidad empática. Así, a veces absorbemos energías que no deberíamos absorber y rechazamos las que deberíamos absorber. La buena noticia es que en esta especie de confusión del sentir, absorbemos parte de lo que tenemos que absorber y rechazamos parte de lo que tenemos que rechazar.
Por este motivo, quizás una buena manera de comenzar a relacionarnos de manera positiva con nuestra empatía es realizando ejercicios que nos conduzcan a desempatizar con lo negativo primero y luego otros para empatizar con lo positivo.
¿Cómo relacionarnos de manera positiva con nuestra Empatía?
Ejercicio para desempatizar con lo negativo
- Concentrarse en todas la sensaciones negativas que tenemos en relación a la sociedad, hacia nuestros familiares, relaciones y hacia el entorno en general (esas sensaciones negativas surgen de creer que nosotros dependemos de todo ello, o que todo ello depende de nosotros).
- Visualizar esas sensaciones y pensamientos negativos como si fuesen una energía trabada o molesta en el cuerpo.
- Relajar profundamente el cuerpo, enfocarse en uno mismo y sentir en qué parte del cuerpo está trabada esa energía.
- Relajar profundamente las zonas afectadas de nuestro cuerpo y dar la orden a esas energías y bloqueos que sentimos de que se vayan desvaneciendo.
Ejercicio para empatizar con lo positivo
Una de las mejores formas para iniciarnos en este ejercicio es buscar vincularnos con energías limpias y sanas; por ejemplo: el agua.
- En el mar, en el río o en una fuente relajar el cuerpo profundamente, concentrarse y sentir el fluir del agua, o simplemente estar en la ducha y sentir cómo el agua nos recorre.
- Absorber la energía del agua y descargar energías tóxicas o sacar energías hermosas simplemente para compartirlas con el agua.
Este segundo ejercicio es un trabajo de empatización con la naturaleza que también podemos practicar con los arboles y las plantas. Los principiantes pueden hacerlo acostados, tratando de no dormirse, o bien sentados en una silla con la espalda apoyada o sentados contra un árbol para empatizar con él. La intención es lograr una relajación tal que nos permita entrar en un contacto íntimo con la naturaleza. La respiración es fundamental, mientras que los más avanzados puede probar técnicas de meditación. Para esto es fundamental utilizar nuestra imaginación al principio hasta que ella nos empiece a mostrar que somos uno con lo que nos rodea.
Por Juan Manuel Beccaglia, 31 años, Licenciado en Ciencia Política y Magíster en Filosofía Política. Amante de la música y del surf. Es terapeuta empático, instructor de Shui Lu Chi (canalización de energía), y dicta charlas sobre bienestar emocional, meditación y respiración.
Muchas gracias por este escrito, por lo regular caminaba en el monte y deje de hacerlo por motivos de trabajo, tengo un trabajo de servicio al cliente, y me sentía como una esponja, ademas no entendía por qué me gustaba quedarme pegado a la regadera solo sintiendo como me caía en la espalda, regresare a mis rutinas de caminata, saludos
Exelente el artículo, soy PAS y toda mi vida me sentí condicionado y “limitado” por esta capacidad, leyendo el artículo entro mucha claridad, gracias miles ????
Hola Sebastián! Nos alegra mucho que hayas podido encontrar respuestas y un poco de comprensión a traves de este artículo. Te agradecemos por compartir tu opinión y experiencia.
Gracias por el artículo puedo entender algunos a partes pero me cuesta mucho canalizar la empatía de mi entorno y con migo mismo
Hola Rosa Inés! Te proponemos que practiques los ejercicios propuestos, sobre todo los que se relacionan con el agua, y nos cuentes cómo lo sientes 🙂
Muy interesante el artículo. Particularmente me cuesta hacer meditación y lograr enfocarme en todo lo que refieren Uds en la canalizar las emociones y las energía . Gracias por el aporte . Seguiré intentando .