-Bárbara tenemos que ajustar la dosis, estás pasada de Levotiroxina.
-Pero, ¿cómo… si es la misma dosis que tomo hace años y no cambié nada… ?
-¿No cambiaste nada de nada? ¿Estás segura?
-Bueno, ahora que pienso… sí, hace unos meses que como sólo frutas y verduras crudas…
-¿Nada más?
-Nada más.
Así empezó el cambio más profundo que viví hasta ahora. Ese día al salir del consultorio médico tuve la certeza de que la vida estaba designando una nueva dirección para mí…
Cambios de hábito que pueden alterar 11 años de diagnóstico
Para quienes nunca oyeron hablar del Hipotiroidismo, el que estuviera “pasada de dosis” implicaba que la glándula Tiroides que a mis 15 años fue diagnosticada como enferma de por vida y que luego de tan solo unos meses de comer frutas y verduras crudas, ahora estaba volviendo a producir sus hormonas y la medicación era demasiada.
Después de tal novedad mi percepción se fue abriendo y captando nuevas informaciones. Podía sanarme y estaba dispuesta a lo que fuera necesario para ello. Así fue que a los pocos días conocí la capacidad curativa del Ayuno de Agua terapéutico y un centro en Costa Rica especializado en facilitarlo.
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Mi corazón no lo dudó ni un segundo: hablé con el director – Loren Lockman, hoy maestro y amigo – y agendé mi estadía en su centro para el verano siguiente. Tenía 11 meses para reunir el dinero que en ese momento ganaba en casi dos años de trabajo.
Al irme introduciendo en este estilo de vida más simple, vegetal y depurativo (llevaba menos de un año de haber dejado los lácteos y el gluten) también empecé a tomar más confianza en mi organismo, el cual según iba aprendiendo tenía la capacidad de sanarse a sí mismo.
Fue entonces que decidí empezar a dejar la Levotiroxina por mi cuenta. De esa forma – pensé entonces – estaría mejor preparada para el ayuno y comprobaría si realmente necesitaba esa medicación ahora que mi cuerpo empezaba a re equilibrarse.
Y acá hago una parada para resaltar que NO aconsejo proceder de esta forma sin supervisión profesional y la información adecuada para decidir con responsabilidad (más adelante entenderán por qué).
Ante algunos obstáculos para reunir el dinero necesario en Buenos Aires, desperté una mañana habiendo soñado que ahorraba lo faltante trabajando en Brasil. Y así hice. Dejé el departamento, las clases y todo en la ciudad y con lo poquito que había ahorrado viajé a por ese desafío. Si conectaba con el merecimiento sabía que se iba a concretar.
Estando en Brasil muchas dificultades se presentaron para poder ganar tanto dinero en tan poco tiempo. Luego de varios días de agobio mental por la meta exigente que me había impuesto, se me hizo evidente que no estaba disfrutando la experiencia y eso no era coherente con mi objetivo inicial de mejorar mi salud.
Ahí mismo me di cuenta de que esa tendencia conductual me había acompañado y desvitalizado largos años desde mi adolescencia: por un lado siempre apunté a metas ambiciosas con respecto a mis creencias, pero por otro lado la exigencia y la actitud estructurada con la que las abordaba terminaban por marchitar un proceso que se suponía sería de evolución y alegría.
Esta vez lo había entendido y si bien soltar el control me dolió y generó muchísimo miedo, logré entender que si llegaba a realizar mi ayuno debía ser desde la paz y la alegría, sino no tenía que ser,
A la mañana siguiente de ese día epifánico recibo un mensaje difícil de creer: el Centro Tanglegood (donde me había propuesto ayunar) buscaba un profe de Yoga para realizar un retiro días antes de la sesión de ayunos. Respondí inmediatamente aunque en un temblor de adrenalina, alegría y miedo (sí, de nuevo). Horas más tarde y Skype mediante estaba confirmado: sería la guía de mi primer retiro de Yoga en Costa Rica y como intercambio tendría mi alojamiento cubierto para el ayuno.
Así. Sin más. El Universo había podido actuar una vez liberadas las trabas de esta humana temerosa y novata.
Ni que explicar los nervios de facilitar la experiencia en Inglés y planificar tantas cosas en tan poco tiempo a kilómetros de distancia. Un enorme desafío y a la vez innumerables puertas se me abrieron en ese momento. Todo era posible si dejaba ser.
Y el tiempo pasó como un rayo. Cuando pude caer en lo que estaba pasando ya estábamos de excursión en las cataratas más altas del mundo con el alucinante grupo de Paradise Yoga Retreat. Durante la última clase, mientras observaba con presencia el salón de Yoga caí en la cuenta de que casi un año atrás, cuando me decidí a dejar la medicación, había dibujado en un papel un espacio casi idéntico en el que me visualizaba viviendo y trabajando en el futuro…
El desafío del ayuno de agua
Y ahora se venía otra tremenda experiencia que había creado para mí: un ayuno de agua que terminaría durando 31 días, muchas horas de ver el cielo, pensamientos obsesivos disolviéndose, follajes de estación lluviosa reverdeciendo, experiencias de trascendencia física que nunca había vivido, ratos de desconsuelo, de euforia, de alegría, de extrañar a la familia como nunca y a la vez de sentirme libre y conectada a toda la existencia.
Ayunar fue más desafiante a nivel mental que físico. Mientras que mi cuerpo supo siempre qué hacer y qué necesitar – y es que según descubrí esta es una capacidad biológica que compartimos con todos los animales -, mi mente cada día se perdía más en sí misma, hasta que llegaba un respiro de cordura tras una larga meditación y la práctica de entregarme más al proceso.
Ya sin los estímulos, me encontré con una enorme dificultad a dejar de hacer. “La profe de Yoga y Meditación no podía estar con ella misma más de 48 horas…” Los primeros días fueron muy sencillos pero a medida que transcurría el tiempo cada vez se me hacía más difícil el estar simplemente mirando el cielo, los árboles, mis pies y el agua llover.
Acostumbrada al ritmo urbano, improductivamente exigente, colmado de información y sucesos constantes, mi pobre cabecita no supo qué hacer con tanto tiempo libre y ahí es que empezó la verdadera desintoxicación: obsesiones, negatividades, inseguridades, miedos, desamor. Oscuridades humanas comprensibles pero dementes a la vez, todo saliendo como un estruendo cotidiano por momentos observable, por momentos inmanejable.
Pero como todo lo que se vive con aceptación, se trasciende… al día 25 un entendimiento brotó desde lo más profundo y me entregué (25 días después… sí, cada uno tiene sus tiempos) y la experiencia desde ahí fue la misma gloria. Mi mente y cuerpo estaban por fin en sintonía consigo mismos como nunca antes.
Así llegó el día de volver a comer. Y acá es donde me faltan las palabras para describir el mayor despertar de consciencia para mí jamás imaginado. En el momento en que esa fruta tocó mi lengua todo se disolvió en moléculas.
Ya no había adentro ni afuera, mi columna vertebral vibraba y expandía mi cuerpo por todo el espacio, los chakras que tanto había estudiado, pintado y meditado finalmente eran más concretos que mis manos, y todo era… no conozco una palabra que pueda expresarlo, es más bien una sensación que ahora mismo contagia mis manos sobre el teclado en remembranza.
Pero cursilerías aparte, las únicas palabras que se acercan más a describir son Éxtasis y Amor.
Así fue que una de las experiencias más grandiosas y transformadoras tocó la puerta de mis casi 28 años para reconstituirme por completo. Para abrirme a la constante posibilidad que late en cada día que despierta, en cada cambio de dirección que tomamos, en cada sí que damos, en cada giro del viento, en cada estación lluviosa. Perdí peso, toxinas, certezas y preguntas. Gané experiencia y la convicción de que en verdad no sé nada. Y así gané humildad para seguir entregándome al propósito de mi vida develándose ante mi en un continuo aprendizaje.
Mes y medio después el primer análisis de sangre comprobó lo improbable: a casi dos años sin medicación mi cuerpo estaba produciendo hormonas casi a niveles normales, después de 11 años de diagnóstico. Ahora sí, ya estaba. Colmada de gratitud creí realmente que esto era todo. Estaba sanando sin medicación y todo sería diferente desde entonces. Tenía qué… no?
Esta ingenua idea de la cual sabía desconfiar pero cuya influencia a la vez debía reconocer, en parte estaba en lo cierto: todo sería diferente. Sin embargo lejos de culminar, mi proceso recién estaba empezando….
No te pierdas muy pronto el próximo artículo de Bárbara con la segunda parte de su experiencia 🙂
El video de la experiencia (1ra parte)
Gracias! Gracias! Gracias!
Me encantaria contactarme personalmente con tu espacio y actividades.
Vivo de Saavedra.
Claudia
Gracias por tu testimonio….cada vez conozco mas sobre los ayunos y alimentacion como ayudan a la salud…me gurtaria asistir pero en esa fecha es imposible..gracias por tu informacion…
Hola; me interesa. Aunque por la fecha no se si podré asistir. Gracias igualmente. Cariños! Lorena
Hola Lorena! Nos apena mucho que no puedas asistir, pero siempre hay otras oportunidades! Te recomendamos que sigas a Relajemos en las redes sociales para estar al tanto de nuestra agenda y no perderte ningún evento. Ojalá podamos verte pronto. Saludos 🙂
Hola querida Barbara! Muy significativo tu nombre! Eres Bárbara!! Muy buena tu experiencia, gracias por compartir tu experiencia, Dios te siga Bendiciendo con salud y fortaleza. Un abrazo bella.
Una muy buena experiencia! Nadie mejor que un@ para conocer y cuidar nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestro espiritu.
Muy bien expresado, Mercedes! Nada más rico que la experiencia de conocerse a uno mismo