Meditar en Yoga Nidra trae calma, tranquilidad y claridad mental. Noelia Dehesa, profesora de yoga tradicional, nos brinda una meditación guiada para que alcancemos ese estado profundo de bienestar que todos deseamos.
Durante tanta vida se celebró como heroico a quienes transcurríamos nuestros días haciendo malabares, ocupándonos de muchos frentes a la vez, como si el multitasking fuera un súper poder maravilloso…cuando en realidad el único poder que tenía (o tiene) es el de no dejarte disfrutar de ir de un paso a la vez.
No somos robots, necesitamos urgentemente apagar el piloto automático, ponernos en modo avión…Y SENTIR. Darnos tiempo, lugar, espacio. Aprender que no hacer, a veces, es más valioso que la locura por generar y resolver sin saber bien qué es lo que necesitamos realmente.
Nada se logra de un día al otro: es necesario primero reconocer que estamos en ese aluvión de tareas que no disfrutamos, en ese torbellino de pensamientos que no nos dejan nutrir del presente. Y luego, cuando somos conscientes de que eso está sucediendo, fortalecer nuestra paciencia para desandar un hábito que hacemos casi inconscientemente y que no nos está haciendo feliz.
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Habitemos el presente
Hay muchas maneras y técnicas para calmar las ondulaciones de la mente, aquietarlas, para bajar el nivel de pensamientos e ir poco a poco entrando en un tiempo de tranquilidad necesaria para volver a andar de otro modo, a otro ritmo, con otra consciencia, tenernos paciencia mientras transitamos el proceso.
Una forma muy hermosa es a través del Yoga Nidra o ensueño, una técnica de meditación que te invita a encontrarte con vos, a través de una meditación guiada, como un cuentito que te va llevando, te va guiando, en un mágico ensueño en el que todo de vos está pacientemente presente.
Tu respiración va modificándose, tu cuerpo va relajándose y vas poco a poco acercándote a la calma.
Relajación para soltar el cuerpo físico
Antes de comenzar con la práctica de Yoga Nidra necesitamos una relajación que nos invite a la quietud y a soltar el cuerpo físico. Respiraciones profundas que nos lleven al estado de calma y nos ubiquen en el espacio presente, entregando las tensiones, las presiones, las angustias, y todo aquello que juegue de obstáculo, dejando libres los canales energéticos, para que fluya la energía sutil y vaya alimentando nuestro maya, nuestra ilusión.
Conectar con la Maya
Luego, a través de una meditación guiada, vamos entrando en un estado de ensueño aunque presente y desde donde conectamos con la maya o maia (la ilusión) como en un cuento de hadas, perdiendo la consciencia del cuerpo físico aunque esté presente y despierto.
Pero en un mundo de fantasía donde todo es atemporal, no hay peso, no hay límite (en el mundo sutil no hay pasado, presente y futuro): es fantasía, es energía y donde nuestro “sankalpa” es constante, la intención de ir transitando ese mundo de ensueño que se va creando ante nosotros.
El Nidra colabora bajando los niveles de ansiedad, inquietud, de miedo, de pánico, de rigidez, de sensaciones indeseables. La respiración suave ayuda a relajar el sistema respiratorio y digestivo, y principalmente al sistema nervioso central (parasimpático).
Cómo alcanzar tu lugar feliz
Te propongo ir guiándote en el mágico mundo de tu ensueño, contarte un cuento que te acerque al bienestar, a las emociones que te hacen bien, a la plenitud de un lugar feliz.
Recostate cómodo, lo más cómodo que puedas hoy. Inspira profundo y con esa inspiración, contrae todo tu cuerpo (tus manos, tus brazos, tus pies, piernas, cara, espalda, glúteos…todo de vos), y al exhalar por boca lo sueltas por completo. Repetilo una vez más, llevando consciencia al cuerpo de su contracción y de su relajación. Reconoce ese cuerpo que habitas, reconoce su peso sobre la tierra que cuanto más pesado y suelto sobre este suelo, más liviano vas a empezar a sentirte. Dejate abrazar por esta tierra que todo lo recicla, todo lo transforma.
Sin exigencia, busca un sonido del afuera (un auto que pasa, la voz de alguien, un pajarito, el crujir de una madera) y quédate en ese sonido escuchándolo cada vez más lejano y cada vez más silencioso para empezar poco a poco a buscar un sonido de tu adentro, ese sonido que solo vos podés escuchar. Y en ese ruidito íntimo, perdete un rato (puede ser el sonido de tu respiración, los latidos del corazón…tu melodía personal).
Visualiza un hermoso lugar en la naturaleza
Visualiza un gran espacio verde, un campo inmenso y hermoso, y caminas por ese pastito suave. Sentí el contacto de las plantas de tus pies con ese suelo, el aroma de la tierra, el olorcito a pasto recién cortado y camina sin apuro, por ese hermoso lugar. Observa la infinidad de árboles frondosos, su sonido al mover las ramas, sus hojas que van cayendo, sus diferentes verdes, sus diferentes formas.
Seguí caminando, mira a los lados, observate a vos, a tu respiración, tu cara, tu ropa, tu perfume, sos parte de ese espacio y lo transitas como calma, alegría, plenitud. Poco a poco vas descubriendo un arroyo de agua cristalina, un pequeño espacio al costado de tu camino. Observa el agua correr, su caudal, su intensidad, su color, su sonido.
Junto al arroyo hay un bello árbol, con unas inmensas raíces estratégicamente dispuestas para que puedas recostarte sobre él y sentir su abrazo. Todo es comodidad, placer, calma. Se escuchan los sonidos de la brisa cálida, los pájaros y su canto armonioso, el agua del arroyo y tu respiración. Escucha tu respiración siendo uno con la naturaleza.
La brisa suave que mueve la copa del árbol, te invita a soltar algunas hojas secas que aún habitan en vos, esas hojas de las que no te pudiste desprender y que aún siguen amarradas haciendo contrapeso.Visualiza esas hojas sobre tu cuerpo, hojas secas y amarronadas, hojas viejas, hojas que ya han cumplido su ciclo.
Nutrite de Prana
En cada inspiración nutrite del aire que vive a tu alrededor, nutrite de prana. En cada exhalación dale impulso a esas hojas secas para que vuelvan hacia el arroyo y se vayan con la corriente del agua.
Cada vez que inspiras, vuelves a nacer; cada vez que exhalas, soltás esas hojas secas que ya no querés más y observas cómo vuelan hacia el agua y se van. Míralas irse, fluyendo con el agua, fluyendo en el camino de la vida, dejando ir lo que ya no necesitás más en vos.
Seguí respirando tranquilo, ya no hay más hojas sobre tu cuerpo, tu respiración sigue serena, plena, pránica. Abres tus ojos, observas el árbol, sus ramas, el cielo celeste y despejado, los pájaros que danzan en él, y sin apuro, te vas acercando al arroyo, y sentándote junto a él mientras te miras en su reflejo.
Mírate en ese agua cristalina, observa tu cara, tus ojos, mírate a los ojos, mírate desde el alma, obsérvate y sonreí con el corazón. ¡Ahí estás vos! ¡Ese sos! Quedate un ratito mirándote, redescubriéndote, reconociéndote.
Y desde esa imagen plena, volvé poco a poco a un sonido de afuera, y desde lo más profundo de vos, comienza a mover cada partecita de tu cuerpo, como pequeños despertares. Desperezate, estírate, seguí escuchando tu respiración y lentamente entreabre los ojos para descubrir este espacio en el que estás recostado, sus paredes, su piso, su olor, su temperatura.
Abraza a tus rodillas dándole masaje a tu espalda y sobre un lado recostate, para poco a poco ir sentándote lento y llevando las palmas juntas en el centro de tu pecho.
Con tus ojos cerrados, volvé a la imagen de tu cara sonriente reflejada en el arroyo y regalate, en este aquí y ahora, un tiempo para agradecer.
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